¡Los primeros bendecidos fueron los guardias de seguridad!
Como de costumbre, trajeron grupos para presentarse públicamente en forma gratuita en uno de los parques más céntricos, el Parque Madero. El domingo pasado le tocó presentarse al [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], una banda cristiana cuyo fundador es hermano de la esposa de nuestro pastor.
A nosotros siempre nos han gustado mucho las canciones de Rojo, así que gran parte de la Iglesia acudimos a escucharlos por una hora. Fuimos en mi carro dos hermanas en Cristo, y los tres hijos de una de ella, y yo, y llegamos muy temprano, cuando aún estaba tocando otro grupo, que no me acuerdo cómo se llama, pero no era cristiano. Había bastante gente enfrente del escenario (todos de pie, por supuesto), y la chavalada pegaba sus gritos y así.
Nosotros nos fuimos a la fuente a tomarnos fotos, en lo que el grupo terminaba, y se despejaba el área. En cuanto esto sucedió, nos fuimos acercando al área poco a poco hasta colocarnos mero enfrente, justo en la reja de contención. Faltaba una hora para la presentación, pero supusimos que aquello se iría llenando, y preferimos esperar ahí. Esto nos dio tiempo de observar a los guardias de seguridad, puros jóvenes entre chicas y chicos. Una de ellas estaba posicionada justo frente a nosotros, y se movían poco, caminaban hacia atrás, platicaban, jaloneaban suavemente las rejas para comprobar que seguían firmes, daban indicaciones de que no se colgaran de la reja ni los niños trataran de cruzar por entre los barrotes, etc. Tuvimos la oportunidad de platicar con la joven, y como vimos que conforme se acercaba el momento de la presentación, se comenzaron a poner más tensos, le preguntamos si había peligro de que se les cayeran las rejas encima; nos dijo que con el grupo anterior, todos ellos tuvieron que apalancarse para impedir que la reja se viniera abajo. Mmmmh... un poco inquieta le pregunté: "¿Y qué pasaba con las personas que estaban como nosotros, así pegadas a la reja?" "Aplastadas" -respondió... Una de las hermanas y yo volteamos a vernos... y dijimos "La Sangre de Cristo nos protege". Por un momento consideré la conveniencia de movernos de lugar, debido a que aún cuando la Banda era cristiana, no estaba segura si todo el público también lo era; y estábamos en una posición bastante riesgosa.
Pero ninguna de nosotros hizo por movernos, así que descansé en Cristo y seguimos platicando con la muchacha. Nos comentó que en una de las Expo (otra fiesta de la ciudad), una de sus amigas resultó lesionada debido a que la gente empujó tanto a los de enfrente, que la reja se le vino encima aplastándola, junto con las personas que le cayeron encima. Mientras, ellos seguían en sus verificaciones; en eso llegó otro joven guardia para indicarnos que nos alejáramos un paso o dos de la reja, para poder tener espacio y que no nos aplastaran tan rápido si nos empujaban. Todos nosotros muy obedientes nos hicimos para atrás. Desde ahí no alcanzábamos a ver cómo estaba el área, pero según lo que vimos en los guardias, la gente llegaba y llegaba y aquello pronto estuvo a reventar. Recordemos: fue en un parque, piso de tierra y desniveles.
Bueno, ya que estuvieron instalados los instrumentos, ya sólo faltaba que llegaran los músicos; y mientras, la muchacha practicaba cómo se iba a apalancar para contener la reja. Definitivamente se veían bastante tensos y listos para cualquier eventualidad.
...Y llegó Emmanuel Espinoza al micrófono, y se oyó un griterío. Inmediatamente comenzaron a tocar y a cantar, y comenzamos todos a cantar al unísono, saludándolo muchos, pues es hermosillense y tiene muchos conocidos aquí. Una canción siguió a la otra, y a la otra, y aquello estaba hermoso, porque Emmanuel y Linda ministraban durante las canciones, gritábamos, danzábamos, saltábamos, levantábamos nuestras manos, gritábamos "¡¡Amééééén!!" y "¡¡Aleluya, gloria al Señor!!" ante el llamado de Emmanuel: "¡¡¿Dónde están los locos por Jesúúúúúús?!!" y aquello estaba súper prendido. En un momento dado, entre canción y canción, me percaté de que la guardia que estaba justo frente a mí, estaba recargada en la reja en una actitud de aburrimiento, volteando a ver a sus amigos, y con señas se decían: "¿Qué les pasa a éstos? ¡Está llenísimo, y esto está súper calmado!" Así se la pasaron todo el concierto.
Cuando llevaban tocando como unos cuarenta minutos, Emmanuel hizo una pausa, nos pidió que abrazáramos a alguien que tuviéramos cerca y que comenzáramos a orar por esa persona, declarando bendiciones y el amor de Cristo sobre su vida. Cuando comenzó a hablar, ministrando a la gente e informando del por qué hacíamos eso, nos pudimos percatar que por el rostro de la jovencita corrían lágrimas, aunque ella se esforzaba por ocultarlas. Yo le extendí mi brazo invitándola a acercarse para orar por ella, y negó con la cabeza, visiblemente nerviosa. Yo le insistí, y renuente se acercó, pero de lado, y volteando hacia el escenario. Le pregunté su nombre. "Luz" -dijo. Entonces Emmanuel dijo: "Cuando cuente hasta tres, comencemos todos a llenar de bendición este parque, y dejemos que el Espíritu Santo se derrame sobre cada uno de nosotros... Uno... Dos... Tres". Comencé a orar por Luz, y la sentía tan tensa, tan reservada, pero aún así seguí orando por ella, y fue un momento maravilloso. Después seguimos cantando, alabando al Señor, danzando y saltando, y no queríamos que terminara.
Cuando al fin se despidieron los músicos, volteé con Luz, la abracé y le dije "¿Verdad que todo estuvo muy tranquilo?" Y ella me respondió afirmativamente con una gran sonrisa en su rostro. "Es que nosotros venimos a cantarle a Jesús" -le dije. No acertó a responderme nada, pero su sonrisa no se borró de su rostro.
Estoy segura de que los mayores bendecidos fueron ellos, los guardias, los que esperaban que hubiera una horda empujando la reja... y lo que pasó fue que yo nunca me moví de mi lugar donde estaba al comienzo: brinqué, dancé, alabé... nadie me empujó, nadie me incomodó, nadie me golpeó. Fue toda una hora pasada en que el pueblo de Dios mostró cómo se adora al único y verdadero Padre. Fue una noche maravillosa.
Si ven que la imagen se mueve mucho es que no es posible quedarse quieta cuando se trata de alabar y glorificar al Señor con todo nuestro ser