LA PALABRA, NUESTRA PRIMERA NECESIDAD.
NEHEMIAS 8.
8 Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
9 Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.
10 Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.
En los tiempos en que el pueblo de Israel, se fue esclavo a las naciones gobernantes, el conocimiento de las escrituras se perdió totalmente, solo habían historias de su Dios, cosas que quizás fueron pasándose a través de voz a voz, desde los tiempos que Israel seguía siendo nación ya habían dejado de lado las palabras de su Dios, adorando a los dioses extranjeros y guiándose en las conductas de las naciones que después los gobernaron, ya se había tapado totalmente el conocimiento de las escrituras, quizás las cosas que los mantenía unidos era porque estaban siendo presa de sus enemigos que los oprimían.
Dios pone en el corazón de Nehemías, reconstruir los muros de Jerusalén (Capital del reino del sur de Israel), donde se encontraba el templo de Dios, esta era un remanente de los hijos de Israel que se encontraba en gran mal y afrenta.
Nehemías era el copero del rey Artajerjes, al cual Dios permitió el deseo de su corazón de ir y reconstruir Jerusalén, después de grandes oposiciones se logró la reconstrucción de del muro, se eliminó la corrupción de la provincia y se restauró el servicio del templo de Dios. Y por mano de Esdras escriba, el pueblo volvió a escuchar palabra de Dios.
Esta fue la primera vez que se tuvo que interpretar las escrituras, porque la gente de Israel ya no hablaba su idioma natal, solo sabían que eran el pueblo de Dios, pero no habían escuchado su voz.
Seguramente las palabras de la ley confronto sus corazones, y las promesas de Dios les levanto el ánimo, quizás mientras leían se daban cuenta de todo el mal en que estuvieron por haberse apartado de Dios, quizás ese fue el motivo del gran lloro que se provocó cuando escuchaban las palabras de la ley, pero lo que sí está claro, es que desde ese día no quisieron ser iguales,
Hoy en día tal vez tenemos gran abundancia de palabra a nuestra disposición, pero, ¿Le estamos dando la importancia que tiene realmente? ¿Nos hemos puesto a pensar en nuestros mártires que sufrieron y hasta murieron para que hoy en día tengamos esta palabra en nuestras manos? ¿Están en nuestras bocas las palabras de Dios?, ¿de lo que hablas en el día, Cuanto es palabra de Dios?,
Consideremos esto.
Que tengamos la palabra a disposición no significa que la estemos guardando en nuestros corazones, y para que se guarde en nuestros corazones se debe llevar a la práctica.
La palabra de Dios hay que amarla, porque es buena para nosotros y lo mejor es que ¡enamora!
!!Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,
Porque siempre están conmigo.
Más que todos mis enseñadores he entendido,
Porque tus testimonios son mi meditación.
Más que los viejos he entendido,
Porque he guardado tus mandamientos;
De todo mal camino contuve mis pies,
Para guardar tu palabra.
No me aparté de tus juicios,
Porque tú me enseñaste.
!!Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia;
Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera a mi camino.
(lean Nehemías)