¿Y quién sabe si para esta hora has llegado hasta aquí? (Ester 4:14)
Aún los hijos de Dios batallamos con el orgullo, la vanagloria y el amor propio mal entendido; tendemos a pensar que, como cristianos, deberíamos de recibir mayores bendiciones que los impíos.
Bueno, hoy leyendo de nuevo el libro de Ester, quien, de ser una joven insignificante y desapercibida, llegó a ser la reina de Persia, recordé también la historia de otro personaje bíblico en condiciones muy diferentes, pero que ambos tuvieron un común denominador: fueron puestos en cierta situación como parte del plan del Padre para salvar a su pueblo.
¿Has leído el libro de Ester? Te lo recomiendo, trae un sinfín de enseñanzas, que publicaré en otro tema. Como dije antes, ella era una joven judía criada por un primo muy piadoso que le enseñó el temor de YHWH; como era doncella y hermosa, fue seleccionada como candidata a reina. Ester no sólo era bella físicamente, sino que también era sabia, por lo que terminó siendo elegida como reina.
Ya en su posición de reina, tuvo que enfrentar un gran reto: arriesgar su propia vida para presentarse ante el rey, denunciar un complot contra el pueblo judío orquestado por el segundo hombre más importante del reino, y solicitar clemencia para ella y su pueblo. Si has leído el libro, sabrás que hasta ese momento Ester no había confesado al rey su origen judío; así que se arriesgó a que el rey fuera tan antisemita como Amán.
El resultado fue favorable, conforme al plan de YHWH, y el pueblo judío fue salvado.
En contraste, la historia de José fue un poco diferente.
José fue el penúltimo hijo de Jacob (Israel); como hijo de la mujer amada de Jacob, fue consentido y criado con favoritismos por encima de sus otros hermanos mayores, lo cual generó odio y resentimiento entre ellos.
El odio y el resentimiento alcanzaron su clímax cuando los hermanos decidieron matarlo, pero en vez de eso (por la intervención de Judá) decidieron venderlo como esclavo a unos mercaderes.
Así que la trayectoria de José comenzó siendo mimado y protegido, y su siguiente etapa fue ser esclavo en Egipto, donde fue vendido a un personaje importante, quien después lo envió a prisión por haber creído el cuento de su mujer de que José había querido propasarse con ella.
Estando en la cárcel conoció a dos funcionarios del rey que habían caído en desgracia; les interpretó unos sueños que resultaron ser ciertos. Pero el que sobrevivió se olvidó de José, por lo que éste tuvo que permanecer un tiempo más en prisión.
Hasta aquí, José había honrado las enseñanzas de su padre, que pese a su insensatez al haber fomentado el odio entre hermanos, se había dedicado a inculcarles a sus hijos el temor a YHWH.
Su siguiente paso fue convertirse en gobernador de Egipto, nombrado por el Faraón en agradecimiento por haber interpretado sus sueños, y poner en marcha el plan que salvaría al país de morir de hambre.
Ya estando en tal posición de privilegio, sólo con Faraón sobre él, José estuvo en condiciones de ayudar a su familia a salvarse de la hambruna que azotó la tierra en el tiempo revelado por YHWH a través de los sueños del Faraón.
Ester, como reina, tuvo el impulso de negarse a interceder por su pueblo, intimidada por la amenaza de ser condenada a muerte por el rey al presentarse ante él sin permiso, y al tener que verse forzada a revelar el origen de su ascendencia. No es difícil imaginar que ella pensaba en la posibilidad de perder lujos, riqueza y posición.
Sin embargo, gracias a la perseverancia de Mardoqueo en seguir cuidándola aún cuando ella fue reina, se impuso su crianza en el temor de YHWH, y decidió actuar de acuerdo al plan del Creador; por esta intervención suya, el pueblo judío fue salvado.
José pudo haber pasado su vida lamentando el odio de sus hermanos, el sufrimiento de ser tratado como mercancía, la calumnia que lo llevó a prisión, la esclavitud, y la ingratitud de aquel hombre al que ayudó y luego se olvidó del favor recibido.
En vez de eso se colocó por encima de sus circunstancias, esforzándose en mantenerse fiel al Padre, dándole siempre a Él la honra y la gloria en cada situación.
De esta forma, cuando fue colocado en una posición de eminencia, lejos de enorgullecerse o envanecerse, actuó conforme al plan de YHWH, mostrando misericordia al perdonar a sus hermanos, y salvando así a su familia, que luego se convertiría en la nación de Israel.
Una se convirtió en reina; el otro fue vendido como esclavo. Ambos fueron colocados en circunstancias estratégicas para ser capaces de salvar al pueblo de YHWH en el momento justo y de la forma planeada.
Así que la siguiente vez que me sienta menospreciada, humillada o injustamente tratada, debo hacerme la misma pregunta que Mardoqueo le hizo a Ester: