Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
Desde muy pequeña he tenido esta tendencia; mis padres se separaron cuando yo tenía cuatro años de edad, y se separaron definitivamente cuando tenía seis años. El trauma de estos eventos se debió no sólo a lo devastadores que son en sí, sino a la forma violenta, vengativa y llena de odio en que se llevaron a cabo, y a que continuaron en la misma dinámica por muchísimos años más; prácticamente toda mi niñez, adolescencia, y buena parte de mi edad adulta.
Estas vivencias marcaron mi actitud frente a las relaciones de pareja, lo que me llevó a fracasar en todas y cada una de ellas; tengo dos matrimonios y dos divorcios en mi haber, y más de veinte años de soltería voluntaria y por acuerdo con mi Padre.
Sin embargo, por la misericordia del Señor y la sabiduría del Espíritu Santo, logré criar a mis hijos en el conocimiento de los roles establecidos por YHWH en Su Palabra; la eficiencia fue de 50 y 50: mi hija mayor y mi hijo menor han hecho matrimonios exitosos, alabado sea YHWH. Pero mis dos hijos de enmedio han fracasado en su primer intento de matrimonio. Uno se ha divorciado ya, y el otro está viviendo en unión libre con su pareja porque su esposa no le ha querido firmar el divorcio.
Y yo sigo observando y analizando. Ayer de pronto el Padre me plantó esta pregunta en mi mente:
¿Quién es la ayuda idónea hoy en día? ¿La mujer al hombre, o el hombre a la mujer?
Conozco de cerca un matrimonio en el cual el esposo sólo hace lo que la mujer acepta. Se escudan en que "toman las decisiones juntos"; incluso no se le puede plantear a él solo ningún asunto, si no está ella presente. Todo indica que en realidad es ella la que fuertemente influencia en la toma de decisiones, y él ha decidido complacerla "por respeto".
Entonces, en este caso ¿quién es la ayuda idónea de quién?
En el afán de no caer en el "machismo", los hombres están cayendo en el otro extremo: en ser "mandilones". Ningún extremo es bueno, y por eso YHWH nos ha dejado instrucciones bien claras sobre lo que se debe y no se debe hacer, cuándo, cómo y hasta dónde.
Oremos para erradicar de los matrimonios los espíritus malos de Acab y Jezabel