A menudo esperamos que nuestras oraciones sean contestadas inmediatamente y cuando esto no ocurre, nos sentimos defraudados, olvidando que todo en el tiempo de Dios es perfecto y que Él desea que con paciencia y perseverancia esperemos el cumplimiento de sus planes y propósitos en nuestra vida.
Juan 5:1-20 narra que había una multitud de enfermos: ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua de un estanque llamado en hebreo Betesda, que significa “Casa de Gracia”, porque un ángel descendía de tiempo en tiempo y la agitaba; cuando esto sucedía, el primero que entraba al mismo, quedaba completamente sano.
Allí se encontraba un paralítico que por treinta y ocho años padecía ésta enfermedad. Jesús al verlo acostado, supo que llevaba mucho tiempo así, entonces le preguntó:
– ¿Quieres ser sano?
– Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes.reflexiones de esperanza
Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. Al instante aquel hombre fue sanado, tomó su lecho y anduvo.
Al igual que ese hombre enfermo, puede ser que hayas presenciado muchos milagros alrededor tuyo y te preguntas: ¿Cuándo obtendré lo que anhelo?, ¿Será que Dios se ha olvidado de mí? Ese hombre no tenía a nadie, año tras año veía como otras personas se sanaban, en cambio él parecía destinado a pasar el resto de su vida imposibilitado de caminar. Pero apareció Jesús y sus palabras agitaron lo profundo de su corazón, le fue devuelta la esperanza y tuvo fe. Jesús con autoridad le dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda” y fue completamente sano.
Hoy, lo mismo puede suceder contigo, solo tienes que ser sincero con nuestro Señor Jesús y decirle específicamente lo que necesitas que haga por ti, Él está dispuesto a cambiar tu historia, no necesitas a nadie más.
Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. Salmo 27:14 (RVR60)
No importa el tiempo que haya pasado, ni tampoco la gravedad de tu circunstancia; hoy puedes encontrarte con el mismo Jesús que sanó al paralítico en Betesda y recibir tu milagro. No renuncies a tus metas, no te enojes, no dudes, más al contrario ten fe y sigue confiando en nuestro Señor.
Juan 5:1-20 narra que había una multitud de enfermos: ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua de un estanque llamado en hebreo Betesda, que significa “Casa de Gracia”, porque un ángel descendía de tiempo en tiempo y la agitaba; cuando esto sucedía, el primero que entraba al mismo, quedaba completamente sano.
Allí se encontraba un paralítico que por treinta y ocho años padecía ésta enfermedad. Jesús al verlo acostado, supo que llevaba mucho tiempo así, entonces le preguntó:
– ¿Quieres ser sano?
– Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes.reflexiones de esperanza
Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. Al instante aquel hombre fue sanado, tomó su lecho y anduvo.
Al igual que ese hombre enfermo, puede ser que hayas presenciado muchos milagros alrededor tuyo y te preguntas: ¿Cuándo obtendré lo que anhelo?, ¿Será que Dios se ha olvidado de mí? Ese hombre no tenía a nadie, año tras año veía como otras personas se sanaban, en cambio él parecía destinado a pasar el resto de su vida imposibilitado de caminar. Pero apareció Jesús y sus palabras agitaron lo profundo de su corazón, le fue devuelta la esperanza y tuvo fe. Jesús con autoridad le dijo: “Levántate, toma tu lecho y anda” y fue completamente sano.
Hoy, lo mismo puede suceder contigo, solo tienes que ser sincero con nuestro Señor Jesús y decirle específicamente lo que necesitas que haga por ti, Él está dispuesto a cambiar tu historia, no necesitas a nadie más.
Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová. Salmo 27:14 (RVR60)
No importa el tiempo que haya pasado, ni tampoco la gravedad de tu circunstancia; hoy puedes encontrarte con el mismo Jesús que sanó al paralítico en Betesda y recibir tu milagro. No renuncies a tus metas, no te enojes, no dudes, más al contrario ten fe y sigue confiando en nuestro Señor.