¿Cuál es la forma correcta de reaccionar ante los ataques, las injurias, ofensas y traiciones de la vida cotidiana?
Sin embargo, durante este ayuno en el cual nos propusimos mi familia y yo buscar el rostro del Señor, Él me ha hablado muy fuerte y claro exponiéndome argumentos por los cuales me ha dejado conocer que Su voluntad es que permanezca ahí ¡y luche!
Después de escuchar la voz de Dios hoy en la mañana durante mi oración y lectura bíblica, he estado meditando mucho al respecto, pensando en los hermanos que han estado actuando de forma errónea en la iglesia, y en la manera de enfrentar las situaciones que se nos presenten. Y se me vino a la mente precisamente este versículo:
Efesios 6:12 escribió:Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Y justo este tema lo tocamos anoche durante la lección del discipulado "Cómo Vencer a Satanás".
De pronto, recordé una plática que tuve ayer con mi hijo [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Algo le dije y cuando se rió, pude ver el parecido que tiene con su papá; y se lo mencioné. En ese momento volví a recordar cómo es que el Señor (aún cuando yo no era cristiana, sino atea) nunca me permitió asociar de una forma negativa a mis hijos con sus papás, con los cuales tuve épocas extremadamente difíciles (la prueba está en que terminé con dos divorcios).
Desde que quedé embarazada a los 19 años, y terminé como la típica madre soltera abandonada por el novio y atacada por mi madre, cuando sentía el movimiento en mi vientre, me llenaba de asombro y gratitud hacia... no sabía qué. Y todo el tiempo que cada uno de mis hijos fue creciendo, me agradaba ver la forma cómo se manifestaba su parecido con su progenitor.
No puedo dejar de agradecer una y otra vez al Señor que yo no repitiera este ejemplo, pues mi madre odiaba tanto a mi padre, que con mucha frecuencia nos propinaba unas palizas que sólo terminaban cuando ella se cansaba de pegarnos. Su frase más recurrente era: "¡¡Eres igualita a tu pin... mén... padre!!" (Lo siento por la insinuación de malas palabras, pero así era como nos gritaba). Eso nos lo gritaba una y otra vez en cada golpe; cuando yo crecí lo suficiente como para poder dialogar con ella al respecto, me confesó que sí nos amaba, y mucho... pero sólo cuando lo que hacíamos o decíamos entraba en su área de aceptación. En cuanto hacíamos algo que la desagradaba en lo más mínimo, aparecía ante sus ojos el rostro de mi padre y entonces cuando nos golpeaba, no era a nosotros, sino a él. Nunca, nunca, jamás su mente dejó de recrear esa similititud.
Me di cuenta que es exactamente lo que nos pasa cuando tenemos un conflicto con alguien; olvidamos lo que nos dice el Señor en Efesios 6:12, no vemos el feo rostro de Satanás detrás de las palabras hirientes, de la conducta inapropiada, o de la traición de que somos víctimas. No, vemos el rostro de la persona que está actuando así, lastimándonos, ofendiéndonos, incomodándonos. Y reaccionamos en consecuencia contra él/ella, así como mi madre creía pegarle a mi padre mientras nos golpeaba a nosotros.
Para lograr tener en cuenta siempre este señalamiento de Efesios 6:12, debemos orar y pedirle al Señor que permita que nuestros ojos espirituales vean al feo demonio que hay detrás de cada acto injusto, depravado, ofensivo, hiriente o traicionero que ocurre a nuestro alrededor todo el tiempo, y que podamos ver a las personas como lo que son, instrumentos en su momento de las maquinaciones del enemigo. Que nuestros ataques sean para repeler a Satanás, y que nuestras baterías no se enfoquen en la persona de carne y hueso que tenemos delante.
Así es como debo de ver a mis hermanos de la Iglesia, aquellos que me han ofendido, los que están actuando de forma incorrecta, los que se están dejando influenciar por costumbres carnales... Mi lucha no es contra ellos, sino contra el enemigo que quiere destruir la Iglesia de Cristo.