(JUAN 1:12 → Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.)
De seguro que has escuchado miles de veces la frase "Todos somos hijos de Dios". Sin embargo, según la Biblia, es errónea la idea de que todos somos hijos de Dios. Aquí lo dice claramente: no basta creer en Jesús, sino que se le tiene que recibir.¿Eres tú un hijo de Dios?
¿Has hecho la llamada oración de fe?
Si tu respuesta ha sido negativa, y deseas ser llamado hijo de Dios, entonces es necesario que recibas a Jesucristo en tu vida. Lee esta oración, y repítela en voz alta:
Cuando hagas esto, y lo has hecho con un corazón sincero, entonces ahora eres un/a hijo/a de Dios.“Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.”
¿No sientes nada? ¿Sientes que no ha habido cambio en ti a partir de que dijiste esta oración en voz alta?
Gracias a Dios que no depende de nuestros sentimientos ni de nuestras emociones, o de las circunstancias.
Recuerda lo que dice Juan 1:12 → Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.
Los dos requisitos: creer y recibir. Tú los has cumplido los dos, y Dios prometió que si los cumplías, serías hecho hijo de Dios.
A partir de ahora formas parte de LA FAMILIA DE DIOS.
Gálatas 6:10 dice: “Por eso, siempre que podamos, hagamos bien a todos, y especialmente a nuestros hermanos en la fe.” Por eso nos llamamos hermanos los que somos hijos de Dios, porque compartimos el mismo Padre Celestial.
Efesios 2:19 dice: “Por eso, ustedes ya no son extranjeros, ya no están fuera de su tierra, sino que ahora comparten con el pueblo santo los mismos derechos, y son miembros de la familia de Dios.” Mira qué cosa tan hermosa nos dice aquí nuestro Padre…. Que ya no somos extraños, ahora le pertenecemos a Él, con los mismos derechos que todos los demás miembros de la familia de Él.
¿Entonces qué fue lo que pasó cuando hiciste tu oración de fe? ¿Cómo es posible que algo tan sencillo haya hecho esto posible?
Cuando hiciste tu oración de fe con un corazón sincero, experimentaste un NUEVO NACIMIENTO. Naciste de nuevo dentro de la familia de Dios.
“Ninguno que sea hijo de Dios practica el pecado, porque tiene en sí mismo el germen de la vida de Dios; y no puede seguir pecando porque es hijo de Dios.” (2 Juan 3:9) Observa que aquí dice que tienes en ti mismo el germen de la vida de Dios. Al nacer de nuevo, Dios mismo puso en ti el aliento de su propia vida.
¿Te es difícil de concebir esto? ¿Se te hace algo imposible de creer? No te preocupes, a Nicodemo le pasó lo mismo. La Biblia relata este episodio de la vida de Jesucristo en Juan 3:1—8 (1 Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. 2 Éste fue de noche a visitar a Jesús, y le dijo:
—Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él.
3 Jesús le dijo:
—Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le preguntó:
— ¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer?
5 Jesús le contestó:
—Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu. 7 No te extrañes de que te diga: “Todos tienen que nacer de nuevo.” 8 El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son también todos los que nacen del Espíritu.)
Tal vez, al igual que Nicodemo, al leer acerca de un nuevo nacimiento, lo concibas como un evento biológico; pero esto es espiritual. Tu espíritu ha nacido de nuevo, de la simiente de Dios, con el germen de la vida de Dios.
1 Juan 4:7 (Queridos hermanos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y conoce a Dios.), 1 Juan 5:1 (Todo el que tiene fe en que Jesús es el Mesías, es hijo de Dios; y el que ama a un padre, ama también a los hijos de ese padre), estos versículos te dan la evidencia de que ahora eres un hijo de Dios por medio de un nuevo nacimiento.
Te lo explicaré más claramente: al hacer tu oración de fe, Dios te "adoptó" como su hijo; esto en términos humanos es un término legal mediante el cual los datos del acta de nacimiento de un niño cambia, y ahora aparece que es hijo de la persona que lo adoptó. Por lo tanto, llega a convertirse en su hijo, con todos los derechos y las obligaciones de un hijo nacido biológicamente.
Tú nunca dejarás de ser hijo de tus padres; lo dice tu acta de nacimiento, y eso no puede cambiar. Aunque tú no lo quisieras, o aunque tus padres quisieran desecharte, tu acta de nacimiento seguirá conteniendo los datos que hacen constar que tú eres hijo de ellos.
Es más, aunque sucediera que el acta de nacimiento pudiera ser cambiada, nada podría cambiar tu ADN ni el de tus padres; seguirías siendo hijo biológico de ellos.
Y como hijo de Dios, Él te promete darte una VIDA ABUNDANTE a partir de ahora.
¿Abundante en qué? ¿Se van a acabar los problemas? ¿Todo te va a salir bien a partir de ahora?
Observa lo que dicen todos estos pasajes bíblicos:
Santiago 1:5 → Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno. En la versión Reina—Valera, dice así: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Fíjate en que dice “sin limitación” y “abundantemente”. ¿Qué te promete darte abundantemente? → Sabiduría.
Juan 10:10 → El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir; pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. ¿Qué te promete darte en abundancia? → Vida.
1 Pedro 1:3 → Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una esperanza viva, ¿Qué te promete darte? → Esperanza.
Efesios 3:20 → Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros. En la versión Reina—Valera dice así: Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, ¿Qué promete darte abundantemente? → ¡Todas las cosas!
Y no termina aquí; más adelante veremos más cosas que Dios promete darle abundantemente a todos sus hijos.
Por lo pronto, veremos otro aspecto de esta nueva vida que comenzamos cuando nos convertimos en hijos de Dios: la otra promesa maravillosa es que es PARA SIEMPRE.
Aunque no lo creas, tu condición de hijo de Dios no terminará nunca. Y Jesús lo dijo claramente en Juan 10:28—29 → Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán ni nadie me las quitará. 29 Lo que el Padre me ha dado es más grande que todo, y nadie se lo puede quitar.
¿Quién puede lograr que tú llegues a ser un hijo de Dios? → Nadie. Ni siquiera tú mismo. Lo cual quiere decir que aunque a partir de ahora te equivoques y cometas alguna falta, o muchas, no dejarás de ser hijo de Dios.
Observa lo que dice Jesús: “jamás perecerán ni nadie me las quitará”. Así que no depende de lo que tú sientas, o de lo que el pastor o algún otro hermano te diga… La Biblia es muy clara al respecto: Al llegar a ser hijo de Dios, JAMÁS perecerás, y NADIE podrá arrebatarte de la mano de Dios.
La Biblia lo menciona en otra parte: ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? 36 Como dice la Escritura:
«Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.»
37 Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, 39 ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor! (Romanos 8:35—39).
Qué hermosa promesa, ¿verdad? Podemos estar tranquilos y confiados en que Dios es digno de confianza, y si Él dice en Su Palabra que nunca dejaremos de ser hijos de Dios, es que así será.
Agradécele al Señor por esta promesa, por habernos permitido llegar a ser considerados hijos de Dios, y por cuidar nuestra vida por toda la eternidad.