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¿Te parecen familiares estas imágenes?
No sorprende, por lo tanto, una noticia como ésta→ Más del 70% de los sonorenses mayores de 20 años tiene sobrepeso: Salud del Estado.
Cuando recibí este mensaje en mi celular, me quedé meditando en ello, pues veo con creciente alarma cómo es que, a pesar de tantas advertencias, y de las visibles consecuencias de la mala alimentación, la gente sigue mostrando tanto desinterés y tomando tan a la ligera la situación... mientras saborean unos ricos nachos y se empinan una refrescante Coca-Cola
Lo más alarmante es que esos malos hábitos alimenticios no sólo son imitados por los hijos, sino que los padres mismos son los que les siguen ofreciendo a los niños todo tipo de alimentos chatarra.
Cuando de alguna manera se comienza con esta plática (y lamentablemente incluso entre hermanos en Cristo), a veces se termina con un "Pues de algo nos vamos a morir". O simplemente se extingue el tema de conversación sin llegar a aterrizar en un "Me propongo desde este momento no volver a invertir mi dinero en comprar alimentos chatarra"... No, no sucede eso. Lo que sucede es que después de dar por terminado el tema, las personas continúan consumiéndolos, argumentando que "es un hábito muy difícil de romper".
Como dije, al recibir el mensaje de tan tremenda estadística, continué meditando en el asunto, y me hice una pregunta: ¿Serviría de algo que el gobierno prohibiera la venta de la comida chatarra? Es cierto, ya comenzaron en las Escuelas. Pero igual, los padres de familia a veces van y les entregan a sus hijos sus "Sabritas" por la reja de la escuela a la hora del recreo
Contestando a mi pregunta, me dije: No. Esa medida sólo serviría para que el precio de la comida chatarra se fuera hasta el cielo, a la venta en el "mercado negro", como sucedió en Estados Unidos cuando la época de la prohibición del alcohol. ¿Y por qué? Porque lo que se debe cambiar no es el entorno exterior, sino el interior de la persona. Debe crearse un convencimiento dentro mismo de la mente y el corazón de cada individuo, para poder llegar a la firme decisión de rechazar de una vez y para siempre el consumo de Sabritas, nachos, tostitos, refrescos embotellados, y cuanta chuchería está provocando sobrepeso, obesidad, y un sinfín de más enfermedades.
En un momento de fantasear, me imaginé a todo el pueblo decidiendo no volver a comprar una sola Sabrita... ¿qué haría entonces esa Compañía? ¿Puedes imaginar ese cuadro?
Pero si el mismo pueblo de Dios sigue consumiendo esta comida chatarra, pese a que
No sorprende, por lo tanto, una noticia como ésta→ Más del 70% de los sonorenses mayores de 20 años tiene sobrepeso: Salud del Estado.
Cuando recibí este mensaje en mi celular, me quedé meditando en ello, pues veo con creciente alarma cómo es que, a pesar de tantas advertencias, y de las visibles consecuencias de la mala alimentación, la gente sigue mostrando tanto desinterés y tomando tan a la ligera la situación... mientras saborean unos ricos nachos y se empinan una refrescante Coca-Cola
Lo más alarmante es que esos malos hábitos alimenticios no sólo son imitados por los hijos, sino que los padres mismos son los que les siguen ofreciendo a los niños todo tipo de alimentos chatarra.
Cuando de alguna manera se comienza con esta plática (y lamentablemente incluso entre hermanos en Cristo), a veces se termina con un "Pues de algo nos vamos a morir". O simplemente se extingue el tema de conversación sin llegar a aterrizar en un "Me propongo desde este momento no volver a invertir mi dinero en comprar alimentos chatarra"... No, no sucede eso. Lo que sucede es que después de dar por terminado el tema, las personas continúan consumiéndolos, argumentando que "es un hábito muy difícil de romper".
Como dije, al recibir el mensaje de tan tremenda estadística, continué meditando en el asunto, y me hice una pregunta: ¿Serviría de algo que el gobierno prohibiera la venta de la comida chatarra? Es cierto, ya comenzaron en las Escuelas. Pero igual, los padres de familia a veces van y les entregan a sus hijos sus "Sabritas" por la reja de la escuela a la hora del recreo
Contestando a mi pregunta, me dije: No. Esa medida sólo serviría para que el precio de la comida chatarra se fuera hasta el cielo, a la venta en el "mercado negro", como sucedió en Estados Unidos cuando la época de la prohibición del alcohol. ¿Y por qué? Porque lo que se debe cambiar no es el entorno exterior, sino el interior de la persona. Debe crearse un convencimiento dentro mismo de la mente y el corazón de cada individuo, para poder llegar a la firme decisión de rechazar de una vez y para siempre el consumo de Sabritas, nachos, tostitos, refrescos embotellados, y cuanta chuchería está provocando sobrepeso, obesidad, y un sinfín de más enfermedades.
En un momento de fantasear, me imaginé a todo el pueblo decidiendo no volver a comprar una sola Sabrita... ¿qué haría entonces esa Compañía? ¿Puedes imaginar ese cuadro?
Pero si el mismo pueblo de Dios sigue consumiendo esta comida chatarra, pese a que
¿Qué podemos esperar de la gente que no teme a Dios? Si el hecho de saber que Dios mismo diseñó nuestro cuerpo, y que somos responsables ante Él de la forma en que lo mantenemos, no es suficiente para que un hijo de Dios se decida a ser buen administrador de su cuerpo... ¿qué podemos esperar de los demás?1 Corintios 6:19-20 escribió:¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
