Hno. Ismael Chay Coyoc escribió:La esposa conciliadora es internamente bellísima. (1PEDRO 3:3,4).
Pedro aconseja a las esposas que tengan belleza interior. “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” Sin embargo, a veces no se han entendido bien el alcance de sus palabras acerca de la belleza exterior. Pedro no prohíbe que la esposa se vea bien exteriormente; sencillamente dice que la más valorada belleza es la interna, la que no se pierde con el paso del tiempo, sino que va en aumento hasta que llegue a ser perfecta.
La ostentación y los lujos inútiles, son vanidad, no son para las cristianas. En la sociedad y cultura antigua, así como en la contemporánea, las personas interesadas en llamar la atención se esforzaban por mantenerse a la moda con peinados, joyas y vestidos ostentosos, era el glamour de la carne. En este contexto, Pedro exhorta a la mujer cristiana para que renuncie al afán de sobresalir mediante el uso de adornos externos sea de fantasía o de metal precioso; en vez de esto las anima a que adquiera una disciplina por cultivar la belleza interior, que es con un espíritu afable y apacible y generoso.
La belleza interna es la que da soporte a la externa, hay mujeres con físico muy bello o en otras palabras unas bellezas, quienes, si en lo interno en conducta y emociones son amargas, deshacen sus características de belleza físicas. Cuando una esposa tiene un esposo difícil, ella pudiera dejar que su belleza interior desaparezca volviéndose porfiada, hostil, agresiva en un sentido desagradable o dominante. Sus intentos de cambiar a su esposo degeneran en continuos regaños y palabras ásperas. Cuanto más regaña ella, tanto más él se resiste, cuanto más áspera es la palabra más se enciende el furor en el esposo, aunque algunos lo callan o mejor se aíslan.
Pedro dice que la esposa debe tener un espíritu afable y apacible. Un espíritu apacible no significa una personalidad pisoteada ni quiere decir silencio; significa un espíritu en reposo.
Hace años, Alice Reynolds Flower, una madre precursora en el pentecostalismo y en las Asambleas de Dios, en su libro acerca del matrimonio, titulado "El hogar: un santuario divino", la frase — un santuario divino — describía su propio hogar. En su modesta morada, siempre sentía tal presencia de paz. ¿Por qué? Porque había gran amor, mucha oración y servicio humilde a Jesucristo y a la familia.
El apóstol Pedro ruega a las esposas que hagan de sus hogares santuarios divinos. Mi propia madre ejemplificaba eso. Levantándose todos los días antes de la aurora, pasaba las primeras dos horas del día en la oración, y en la Palabra no lo hacía, pues no sabía leer ni escribir, pero si hubiera aprendido estoy seguro que lo hubiera hecho con la pasión con la que cantaba y nos exhortaba a sus hijos. Ella hizo de nuestro hogar un lugar de paz y trabajo, y era una mujer hermosa por fuera y más en su interior, una auténtica mujer virtuosa, porque tenía un espíritu afable y apacible y generosa con toda la familia, y con sus vecinas, con quienes compartía su vida en Cristo.