He encontrado respuestas a esta interrogante en ciertos sitios que hablan acerca de la superación personal:
- Resignación → Tomar la vida tal y como viene, sin hacer nada por cambiarla. Siónimo de conformismo, acto de debilidad y cobardía. Cuando no tienes otra salida, ni tampoco el control. Es ceder para no causar trastornos, pero siempre implica enojo, frustración y a veces deseos de venganza.
- Aceptación → Aceptar nuestras situaciones, pero al mismo tiempo haciendo un esfuerzo por cambiarlas, sin autoengañarte.
Sin embargo, y hablando en términos de la Voluntad de Dios, yo pienso que hay más diferencias entre "Resignación" y "Aceptación".
Los cristianos aceptamos la Escritura donde
Nosotros sabemos que nada en nuestra vida es casualidad. Igualmente reconocemos que nada de lo que nos pasa es "malo".Romanos 8:28 escribió:Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Me gusta lo que dice mi yerno: No hay situaciones buenas ni situaciones malas; sólo hay oportunidades para aprender más sobre Dios.
Sin embargo, a veces nosotros adoptamos una actitud de "aceptación" de la Voluntad de Dios, cuando en realidad sólo estamos "resignándonos" a la Voluntad de Dios.
Así es como yo lo veo:
Resignación → Reconozco que Dios es todopoderoso, y que contra Él no puedo hacer nada. No me gusta lo que me pasa, pero ¿qué voy a hacer? Es darse de patadas contra el aguijón.
Estos pensamientos a veces están muy dentro de nosotros, sin externarlos a los demás. Por fuera parecemos llenos de fe, pero por dentro estamos siendo carcomidos por el enojo, la frustración y un muy enfermizo sentimiento de impotencia.
Aceptación → Reconozco que Dios es Todopoderoso, y además también sé que
por lo tanto, rechazo todo pensamiento de que Dios me está castigando por algo, o que desea mi mal, porque sé que Él no es así.Jeremías 29:11 escribió:Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Este pensamiento conlleva todo el fruto del Espíritu, tal y como
aún cuando esta reacción desconcierte a los que están a nuestro alrededor.Gálatas 5:22-23 escribió:Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
Hace años una hermana en Cristo me platicó una anécdota personal.
Estaba en su casa una mañana, cuando en eso alguien llegó a su puerta tocando muy fuerte. Al abrir se encontró a otra hermana en Cristo, brincando y exultante de alegría, exclamando una y otra vez: "¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!"
Pero lo que exclamó a continuación sorprendió incluso a la dueña de la casa: "¡Mi carro se acaba de quemar!"
He aquí lo que la hermana explicó:
Al salir de casa y ver cómo su carro comenzaba a quemarse ante sus ojos hasta consumirse casi por completo, por supuesto que su primera reacción fue de angustia, desesperación y desamparo. Pero inmediatamente se sobrepuso y, con fuerza de voluntad, decidió creerle a Dios, y comenzó a brincar y a declarar las grandezas de Dios y sus maravillas. De pronto, al ver cómo Dios le había permitido perder su carro, comenzó a crecer en ella una emocionante excitación de ver lo que Dios le tenía preparado más adelante.
Hace poco tiempo, mi hijo menor me dijo algo que me dio mucha alegría:
"No sé cómo le haces para nunca verte angustiada o desesperada cuando sucede algo malo inesperadamente".
Bien, lo único que hago es lo mismo que aquella hermana: cierto, mi naturaleza humana tiende a desesperarse y angustiarse. Pero luego aplico mi fuerza de voluntad en decidir creerle a Dios, y de pronto ya estoy glorificando Su Santo Nombre, y declarando las maravillas que pronto llegarán.