"Cada vez que dices que estás bendecido, nos haces sentir unos fracasados a los demás" (Palabras del Dr. House cuando su amigo Dr. Wilson comenzó a tener una perspectiva muy espiritual de la vida, y se sentía muy frustrado por sus vanos intentos de hacerlo enojar).
Me quedé perpleja cuando escuché ese comentario. No acostumbro ver ese programa... Ah, porque es un programa de televisión llamado así precisamente, "Dr. House", y lo aclaro para los que, como yo, no tienen televisión en casa :lengua: Y si se preguntan cómo es que pude ver este capítulo del "Dr. House", les aclaro que fue en una tarde en que cuidaba a mis nietos en casa de uno de mis hijosEl punto es éste: esa breve frase del Dr. House encerró toda una verdad espiritual, y explica el por qué a veces he sufrido de ataques y rechazos a lo largo de mi vida desde que me convertí a Cristo.
Lo trataré de explicar con algo más cotidiano.
Supongamos un grupo de amigas, todas solteras, que se reúnen periódicamente y platican de sus pretendientes, y de sus fracasos sentimentales. Ninguna se ha casado nunca, y ninguna ha podido tener éxito en sus relaciones con los hombres.
De pronto, sucede el milagro: una de ellas se enamora del hombre correcto. Entonces ¿qué creen? Pues que ahora, cada vez que se reúnen, inevitablemente la conversación recae sobre ella y su relación con su novio, ensalzando las maravillas de su perfecta relación, y las cualidades del susodicho.
Sin embargo, es más que evidente que el tema comienza a ser cansado para el resto de las amigas, al no poder compartir con ella el gozo de esa maravillosa experiencia. Entre más escuchan a la amiga platicarles sus anécdotas, entre más dichosa se muestra ella, más frustradas y fracasadas se sienten las demás. No es que no deseen que ella sea feliz; no, al contrario, ninguna aceptaría jamás que es envidia, o por desearle que fracase.
No, es sólo que entre más brilla ella de felicidad, más se revela lo gris de la existencia de las demás. Entre más exultante está ella de alegría, las demás están cada vez más conscientes de la monotonía de sus propias vidas.
Entonces, de forma tal vez inconsciente e involuntaria, comienzan a sentirse molestas e incómodas en la compañía de aquélla que tuvo éxito donde las demás fracasaron. Y podemos acomodar muy bien la frase del Dr. House: "Entre más realizada dices que te sientes, más perdedoras nos haces sentir a las demás".
¡Y ahí está la clave! ¿Por qué? Porque cuando uno recibe a Cristo, ¡uno se enamora de Él! Es algo inevitable, porque Jesús es maravilloso, bueno, amoroso, fiel, considerado, cuidadoso, amable, poderoso, siempre dispuesto, siempre accesible, siempre cuando lo necesito... ¡Eso me pasó a mí! [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
¿Entonces qué pasa? Que mi pensamiento siempre está puesto en Él, en agradarlo, platico con Él todo el tiempo, quiero estar siempre cerca de Él, disfrutando de su compañía, de su consejo, de sus exhortaciones, de su ayuda. Él siempre me escucha, me comprende y me anima a seguir adelante. Por lo tanto, cuando estoy con otras personas, no puedo evitar hablar de Él todo el tiempo, de la maravilla de la relación perfecta que tengo con Él.
Y ahora entiendo las reacciones de las demás personas. Puedo imaginar que esas personas piensan como el Dr. House: "Entre más me habla la Graciela de Jesucristo y de su relación maravillosa con Él, más consciente me siento de lo lejos que yo estoy de Dios". ¡Y en lugar de buscar a Jesús, prefieren agredirme! ¿Y por qué?
La Biblia lo explica claramente:
¡No es que no quieran! ¡Es que no pueden!Romanos 8:7-8 escribió:Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.
Esta sensación de rechazo puede hacerme sentir inadaptada y apartada de mis grupos de amigas a las que amo tanto, pero que no comparten conmigo este amor hacia Jesús. Sin embargo, ahora comprendo que no es que me rechacen a mí; rechazan la sensación de vacío que existe en sus propias vidas, y del cual no están conscientes. Así que, ¿qué me corresponde hacer por todas esas personas, incluyendo a mi propia familia? ¡Orar por ellos! ¡Seguir pidiendo misericordia y salvación para ellos también!
Para que luego compartan conmigo este grandísimo amor, este amor apasionado, esta entrega total hacia el Único que pudo salvarme de mí misma, y por eso lo amo y deseo estar con él SIEMPRE