Plantando la Eternidad

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    Mentalidad generacional VS. Mentalidad Individual

    Graciela
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    Mensaje por Graciela Mar Ago 06, 2013 10:59 pm

    Mentalidad generacional VS. Mentalidad Individual Domino10

    ¿Has sabido algo acerca del  "efecto dominó"? Mira, aquí te presento un ejemplo de lo que hablaremos en este tema:

    Hace unos días, mi yerno me comentaba que un conocido de él le había platicado que, cuando trabajaba en Canadá, en esa empresa acostumbraban dotar de un par de zapatos a cada empleado, cada año, los cuales costaban 3 mil dólares cada par. Era para cuidar el  rendimiento en el trabajo, ya que pasaban muchas horas parados.

    La plática derivó a hacer una comparación entre las empresas de los países del primer mundo, con las empresas de países como México (del llamado tercer mundo).

    ¿Por qué existe el Primer Mundo, y el Tercer Mundo? Se consideran del Primer Mundo los países económicamente ricos (con un alto Producto Interno Bruto, y un alto Ingreso Per Cápita); por el contrario, los países del Tercer Mundo son los países que dependen de los países del Primer Mundo, tanto económica como políticamente hablando.

    Aunque la verdad es que no somos del Tercer Mundo porque seamos pobres... No. Somos pobres porque tenemos mentalidad de Tercer Mundo. Y esto tiene sus antecedentes en el tipo de gente que vino a colonizar las diferentes regiones de América.

    Los ingleses que llegaron a las costas de América del Norte eran familias enteras en su gran mayoría; personas de religión cristiana que venían huyendo de la persecución de que eran víctimas a causa de sus creencias. Venían en busca de libertad de culto, con la mentalidad de comenzar una nueva vida en este continente, dispuestos a luchar y esforzarse por conseguirlo.

    Por el contrario, es sabido que las tripulaciones de "La Pinta", "La Niña" y la "Santa María", las carabelas al mando de Cristóbal  Colón, fueron reclutadas en su gran mayoría de las cárceles de España, ya que prácticamente ninguna persona con ciertas "raíces" en su propia tierra tenía motivaciones para arriesgarse a caer en el "abismo" que se creía existía al adentrarse a mar abierto; todo porque aún se tenía la creencia de que la tierra era plana.

    De manera que estas personas venían con una mentalidad de ¿qué más puedo perder? Y se dejaron venir encandilados con las promesas de las riquezas que aseguraban encontrarían en las Indias Orientales. Al llegar al nuevo continente, y percatarse de que aquellas riquezas eran más cuantiosas aún de lo que pudieran haber imaginado, sólo pensaron en enriquecerse rápidamente, en saquear todo lo que pudieran, y muchos de ellos sólo querían llevarse a España toda aquella fortuna, para poder "comprar" un lugar de respeto dentro de la sociedad española.

    ¿Notas la diferencia entre unos y otros? Los colonos ingleses vinieron con un pensamiento futurista a largo plazo. Aprovechando las experiencias del pasado, accionaban en su tiempo presente, pensando no sólo en ellos mismos, sino en sus hijos, y los hijos de sus hijos. Tenían una visión muy amplia de su propia existencia, que no se circunscribía a su propia y limitada vida temporal, sino que abarcaba a varias generaciones en el futuro.

    Los españoles, por el contrario, vinieron con el deseo de enriquecerse rápidamente y gozar de esa riqueza instantáneamente, pensando sólo en su pequeño, breve y reducido espacio de tiempo de vida en esta tierra. Ellos no veían más que a su futuro inmediato, el cual difícilmente abarcaba a sus propios hijos.

    Y cada pueblo actual (Estados Unidos y México, en este caso) hemos heredado en cierta manera la mentalidad de nuestros propios antepasados; y si no me creen, sólo observen a los políticos y empresarios mexicanos. La enorme mayoría de ellos sólo piensan en el enriquecimiento rápido e individual; sus mayores motivaciones son dónde pasarán sus próximas vacaciones (¿En Cancún, Las Vegas, Montecarlo...?). Cada funcionario cuando llega al poder, cambia todo lo de su antecesor (por muy bueno que haya sido) en su afán ególatra de que únicamente se reconozcan sus propios logros; no les tiembla la voz para prometer todo lo que sea necesario, y conseguir cumplir sus metas limitadas, mezquinas y miopes. Por lo general sus fortunas no se encuentran invertidas en México, sino en bancos suizos o en donde sea necesario para ocultar su rastro.

    Vean a sus hijos. Los llamamos "juniors", y son esos mozalbetes conduciendo unos carrazos del año, a alta velocidad por las transitadas calles de las ciudades, en estado de ebriedad la mayor parte de las veces, con su prepotencia y soberbia a todo lo que dan, alardeando de su impunidad y simplemente "disfrutando" de una riqueza ajena, sin valorarla y sin tener que haber luchado por ella.

    Lamentablemente esta mentalidad tercermundista no se limita sólo a la gente de las altas esferas sociales y económicas de México; afecta prácticamente a toda la población de todos los niveles socioeconómicos, y en prácticamente todos los ámbitos de la vida.

    Aunque a muchas personas les moleste que los cristianos metamos a Dios en todo momento, la verdad es que gran parte de la diferencia que hay entre nuestros vecinos del Norte y nosotros, estriba precisamente en que ellos acostumbraban involucrar a Dios en todos los aspectos de su vida. De eso aún quedan reminiscencias, como ese "In God we trust" que aparece en los dólares estadounidenses.

    A Dios le agrada que nosotros nos esforcemos en tener una mentalidad generacional, eterna, porque así es la mente de Él. Una y otra vez se menciona en la Biblia:
    Deuteronomio 4:9 escribió:Así pues, tengan mucho cuidado de no olvidar las cosas que han visto, ni de apartarlas jamás de su pensamiento; por el contrario, explíquenlas a sus hijos y a sus nietos.
    Deuteronomio 5:31 escribió:pero tú quédate aquí conmigo, porque te voy a decir todos los mandamientos, leyes y decretos que les has de enseñar, para que los pongan en práctica en el país que les voy a dar en propiedad.
    Una y otra vez Dios insiste acerca de la "enseñanza", de "recordatorios", de "repeticiones". ¿Acerca de qué? Pues acerca de Sus leyes, de aprender acerca de Su carácter y Su personalidad, de recordar sus maravillas, milagros y prodigios, con el fin de que las nuevas generaciones crean que existe nuestro Dios, nuestro Padre y nuestro Protector.

    Una y otra vez nos habla de que insistamos y no dejemos de insistir en enseñar, instruir recordar y repetir, de trabajar no sólo para nosotros mismos, sino también para las nuevas generaciones.
    Deuteronomio 6:1-9 escribió:»Éstos son los mandamientos, leyes y decretos que el Señor su Dios me ha ordenado enseñarles, para que los pongan en práctica en el país del cual van a tomar posesión. De esta manera honrarán al Señor su Dios, y cumplirán durante toda su vida las leyes y los mandamientos que yo les mando a ustedes, a sus hijos y a sus nietos; y así vivirán muchos años. Por lo tanto, israelitas, pónganlos en práctica. Así les irá bien y llegarán a ser un pueblo numeroso en esta tierra donde la leche y la miel corren como el agua, tal como el Señor y Dios de sus antepasados se lo ha prometido.
    »Oye, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor.
    »Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
    »Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho,  y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en tu frente como señales,  y escríbelos también en los postes y en las puertas de tu casa.
    ¿Te fijas? Aquí Dios nos dice de nuevo "continuamente", o sea, haz esto SIEMPRE, una y otra vez, y otra vez, y no dejes de hacerlo.

    Debemos admitir que aún en el pueblo de Dios encontramos cristianos que somos de mentalidad tercermundista; que sólo nos mostramos cristianos cuando leemos la Biblia, nos arrodillamos a orar, vamos al templo y elevamos nuestras manos muy ungidos en la alabanza y la adoración; pero limitamos nuestro "cristianismo" a esas prácticas "muy religiosas", porque luego, cuando volvemos a la realidad de nuestra vida cotidiana, rara vez nos acordamos de poner en práctica lo que aprendimos en nuestra lectura de la Biblia, en las clases de la Escuela Dominical, o en las predicaciones. Casi nunca nos detenemos a ser conscientes de nuestras acciones, y mucho menos a reflexionar en la repercusión que tienen sobre nuestros hijos.

    ¿Qué tal si le pides al Señor que examine tu corazón y te revele si de alguna manera has caído en ese error? No es difícil reconocer esto por ciertos síntomas.


    • Nuestros hijos son un desastre en la iglesia; cuando son pequeños andan correteando durante la predicación; de adolescentes, platicando, riéndose o con el celular durante todo el servicio (eso cuando conseguimos que vayan a la iglesia).
    • Nos peleamos con los maestros de nuestros hijos, por defenderlos.
    • Nos enojamos cuando alguien corrige a nuestros hijos, sin querer reconocer que no somos capaces de controlarnos nosotros mismos.
    • No mostramos disposición para aprender a ser mejores padres.
    • Como pareja, damos mal testimonio, y damos mal ejemplo a nuestros hijos, porque nos criticamos y hablamos mal uno del otro.
    • Le damos crédito a chismes y mitotes, enojándonos o dejándole de hablar a otras personas.
    • Nos involucramos en pleitos.
    • Participamos en pláticas donde se habla mal de otra persona que no está presente.
    • No nos disciplinamos a nuestros pastores; si no nos gusta alguna nueva regla, nos rebelamos, no nos sometemos en amor y obediencia.


    Dios quiere que recuerdes que Él es Dios no sólo de la lectura de la Biblia, de la oración, o de la asistencia a la iglesia; sino también de tus actividades diarias, de los más mínimos detalles de tu vida, y de las 24 horas del día. Quiere que seas consciente de que a tu alrededor hay una gran cantidad de gentes que se ven impactadas por tu comportamiento y actitudes, de forma positiva o negativa, de acuerdo al caso (comenzando por tus hijos). Quiere que aprovechemos cualquier oportunidad para "enseñar" a quien sea, acerca de la ley de Dios.

    Y Dios nos sigue insistiendo en la enseñanza a nuestros hijos:
    2 Crónicas 6:27 escribió:escúchalo tú desde el cielo y perdona el pecado de tus siervos, de tu pueblo Israel, y enséñales el buen camino que deben seguir. Envía entonces tu lluvia a esta tierra que diste en herencia a tu pueblo.
    Dios sabe que nadie nacemos enseñados; al recibir a nuestros hijos son como vasijitas de barro casi vacías, y somos nosotros los padres los que nos encargamos de ir llenando esas vasijitas de cosas buenas... o de cosas malas...

    Esdras 7:25 escribió:»En cuanto a ti, Esdras, de acuerdo con los conocimientos que tu Dios te ha dado, nombra jueces y gobernantes que hagan justicia a toda la gente de la provincia al oeste del río Éufrates, o sea, a todos los que conocen la ley de tu Dios; y a los que no la conozcan, enséñasela.
    Cuando recibes a tus hijos, ellos no conocen la ley de tu Dios... De manera que a ti te corresponde enseñárselas.

    Hay dos formas de hacerlo: de forma verbal u oral, y con el ejemplo. Por lo general los padres tendemos a utilizar una u otra forma; raramente usamos las dos. O nos limitamos a leer la Biblia, ir a la iglesia, cumplir con los mandamientos, pero sin influir grandemente en nuestros hijos, a veces por temor a que se rebelen contra nosotros. Sobre todo cuando ya son adolescentes, tendemos a no inmiscuirnos mucho en su comportamiento, dejándolos "libres" de tomar sus propias decisiones, pensando  "Ya volverá al Camino de Dios", justificando nuestra falta de iniciativa para "corregirlo", como Dios espera que lo hagamos. O habemos otros que nos dedicamos a aconsejar, sermonear y criticar, mencionando a cada rato versículos de la Biblia para amonestar a nuestros hijos, pero sin practicar mucho de lo que les predicamos. Con mucha frecuencia vemos adolescentes que ya no respetan a sus padres debido su falta de congruencia entre su decir y su hacer; y luego nos sorprendemos y quejamos ante la falta de autoridad sobre nuestros hijos.

    Enseñar de forma oral y con el ejemplo es de lo más difícil que hay; porque requiere concentración (estar siempre muy consciente de cada paso que damos en nuestro día), perseverancia y constancia (esforzarnos en no fallar a la iglesia, adoptar hábitos de lectura de la Biblia y oración, empeñarnos en ser congruentes en todas las situaciones que se nos presenten) y una unción muy fuerte del Espíritu Santo de Dios, como
    Santiago 1:5 escribió:Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno.

    Vamos convirtiéndonos en cristianos con mentalidad generacional; esforcémonos en abrir nuestros ojos y en adoptar una visión futurista y de eternidad.

    Recordemos que cuando Dios bendijo a Abraham y a David, no sólo les prometió bendiciones a ellos mismos, sino a toda su descendencia. Dios tiene mentalidad eterna, y desea que nosotros la tengamos también, cuidando nuestro decir y nuestro hacer en cada momento de nuestro día y de nuestra vida.

    Seamos sensibles al "efecto dominó" de nuestras acciones y actitudes.

    Que sea de bendición Dios te bendiga

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