¿Has experimentado en tu vida un parteaguas?
Según su definición:
En la Biblia vemos algunos parteaguas: el primero que se me viene a la mente fue cuando Jehová abrió el Mar Rojo, para que los israelitas pudieran pasar en seco y escaparan de los egipcios.
¿Conoces la historia? Está en Éxodo 14. Los israelitas habían sido esclavizados en Egipto por mucho tiempo. El clamor de los hijos de Israel llegó a oídos de Jehová, y decidió liberarlos usando la intervención de Moisés.
Después de mucha resistencia por parte de Faraón, y después de que Dios les mandó plagas, los israelitas consiguieron salir de Egipto, pero con los soldados egipcios detrás de ellos, pues Faraón había cambiado de parecer.
Entonces, encontramos a Moisés y los israelitas frente al Mar Rojo, con los soldados detrás, y de pronto, ¡que comienza a abrirse el mar! Imagino a una persona en particular. Alguien que tenía una vida medianamente aceptable en Egipto; tal vez a él o ella no le parecía tan mala la vida allá; tal vez era de un espíritu adaptable y había logrado vivir tranquilo hasta ese momento... y de pronto se encontró entre el Mar Rojo y los soldados sólo porque pertenecía al pueblo al que Dios estaba liberando. Pero en realidad su corazón estaba en Egipto. No sabía si le iría mejor en la dichosa Tierra Prometida; y de verdad que su situación actual no era nada envidiable: perseguidos por los egipcios, la única opción era cruzar en medio de dos grandes e intimidantes murallas de agua.
¿Puedes imaginarte un parteaguas de esa magnitud? No me sorprende que luego que cruzaron, y se encontraron en el desierto, el pueblo comenzara a quejarse... Debe haber sido bastante difícil la transición de una relativa "seguridad" en Egipto, a la incertidumbre del desierto, con tanto calor, falta de agua, animales, etc. Los únicos que lograron salir victoriosos fueron los que confiaron en Jehová, los que fueron capaces de ver más allá del proceso del cambio y se dieron cuenta que lo mejor estaba por venir, y no se equivocaron. Su paciencia fue recompensada con la hermosa y fructífera tierra que Dios les proveyó.
Pero ¿qué pasa cuando has estado esperando pacientemente un evento que sabes que podría traer consigo un cambio dramático y emocionante a tu vida? Pongamos como ejemplo a Abraham ya Sara.
Así fue que nació Ismael; pero oh decepción. Capítulos más adelante, Dios vuelve a prometer el hijo a Abraham, y éste siente que debe recordarle a Dios que él ya tiene un hijo (Génesis 17:18). Pero la respuesta de Dios le da a entender a Abraham que ese hijo Ismael NO es el de la promesa.
De pronto, el sueño de Abraham se cumplió: Sara le da un hijo al que le puso Isaac, tal como Dios se los había indicado. Pero algo salió mal en todo esto: Abraham se vio obligado a expulsar a Ismael y a su madre Agar por petición de Sara. ¿El motivo? Ismael se burlaba de Isaac, seguramente muy resentido debido a que hasta ese momento él se sentía dueño de la herencia, y la llegada de Isaac le cambió todos los planes.
Este "parteaguas" es el típico caso en que, por querer alcanzar una bendición que crees merecer, y considerando que ya has esperado el suficiente tiempo, estiras tu mano, la tomas como si fuera una caja con un moño; pero al abrirla, lo único que encuentras es un papel que dice: "Elección a destiempo. Suerte la próxima".
En este caso, debido a una mala decisión de Sara y Abraham, Ismael se vio de pronto sin ilusiones, sin expectativas, decepcionado, sintiéndose traicionado y rechazado. Abraham creyó que al llegar el hijo prometido todo sería miel sobre hojuelas, felicidad y alegría; y he aquí que la alegría de recibir a su hijo prometido se vio ensombrecida por el dolor de tener que expulsar a su hijo mayor.
Su vida nunca volvió a ser igual. Esta serie de acontecimientos marcaron su vida para siempre. El verse obligado a separarse de su hijo mayor a causa de esta serie de errores, debe haber sido traumático para Abraham. La vida de Ismael tampoco volvió a ser igual.
¿Cómo enfrentas un "parteaguas" de esta naturaleza? Estás pidiendo por un milagro durante mucho tiempo; tienes una promesa en tu corazón, sabes que Dios te va a conceder lo que deseas. Pero cuando el milagro ocurre, resulta que no es como te lo habías imaginado. El evento cambia tu vida definitivamente, pero no de la forma que esperabas.
En este caso, como en el anterior, lo único que puede marcar la diferencia, es la fe en Dios. Él es el único que me puede levantar por encima del dolor, de la decepción, de la desesperanza y de los sueños rotos, y volar con alas como de águila hacia el Lugar Santo, donde me mostrará que el único que importa es Él.
Él es todo para mí. Mi esposo, mi padre, mi amigo, mi hermano, mi consejero, mi oído empático, mi ayudador... Con él no necesito nada; incluso si al abrir la hermosa caja envuelta para regalo, me aparece el papel: "Lo siento. Ya no hay en existencia. La promoción ha finalizado".
Después de un "parteaguas" de esta naturaleza, con lo único que cuento, y que es más que suficiente, es el Señor Jesucristo. Incluso si el proceso del cambio es intimidante, como les pasó a Abraham y a Ismael, siempre tenemos a la mano esta hermosa promesa:
Sólo manteniendo la fe en Dios puedo seguir creyendo que el mejor vino vendrá al final, como le pasó a Abraham.
Según su definición:
es un evento en tu vida que has estado esperando durante mucho tiempo, o que marca de sopetón tu vida para siempre. Después del "parteaguas", no vuelves a ser el mismo. Para bien o para mal, tu vida da un giro de 180°, y a veces es increíblemente complicado continuar con tu vida, debido a los cambios tan bruscos, inesperados y radicales que se experimentan.hecho que marca un hito, donde se ve claramente un antes y un después.
En la Biblia vemos algunos parteaguas: el primero que se me viene a la mente fue cuando Jehová abrió el Mar Rojo, para que los israelitas pudieran pasar en seco y escaparan de los egipcios.
¿Conoces la historia? Está en Éxodo 14. Los israelitas habían sido esclavizados en Egipto por mucho tiempo. El clamor de los hijos de Israel llegó a oídos de Jehová, y decidió liberarlos usando la intervención de Moisés.
Después de mucha resistencia por parte de Faraón, y después de que Dios les mandó plagas, los israelitas consiguieron salir de Egipto, pero con los soldados egipcios detrás de ellos, pues Faraón había cambiado de parecer.
Entonces, encontramos a Moisés y los israelitas frente al Mar Rojo, con los soldados detrás, y de pronto, ¡que comienza a abrirse el mar! Imagino a una persona en particular. Alguien que tenía una vida medianamente aceptable en Egipto; tal vez a él o ella no le parecía tan mala la vida allá; tal vez era de un espíritu adaptable y había logrado vivir tranquilo hasta ese momento... y de pronto se encontró entre el Mar Rojo y los soldados sólo porque pertenecía al pueblo al que Dios estaba liberando. Pero en realidad su corazón estaba en Egipto. No sabía si le iría mejor en la dichosa Tierra Prometida; y de verdad que su situación actual no era nada envidiable: perseguidos por los egipcios, la única opción era cruzar en medio de dos grandes e intimidantes murallas de agua.
Pero ¿qué pasa cuando has estado esperando pacientemente un evento que sabes que podría traer consigo un cambio dramático y emocionante a tu vida? Pongamos como ejemplo a Abraham ya Sara.
Dios no les concedió el hijo luego luego. De hecho, permitió que se hicieran viejos; tanto, que ya Sara pensó que Dios se había olvidado de la promesa hecha. Así que consideró que tenía que dar un empujoncito al destino, e hizo que su sierva Agar se embarazara de su esposo Abraham, para quedarse con su hijo.Génesis 15:14 escribió:Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará.
Así fue que nació Ismael; pero oh decepción. Capítulos más adelante, Dios vuelve a prometer el hijo a Abraham, y éste siente que debe recordarle a Dios que él ya tiene un hijo (Génesis 17:18). Pero la respuesta de Dios le da a entender a Abraham que ese hijo Ismael NO es el de la promesa.
¿Y qué tal que Abraham ya se había encariñado con Ismael? Incuso puede ser que Abraham hubiera platicado con Ismael acerca de su supuesta herencia, y el muchacho ya casi se sentía dueño de todo.Génesis 17:20-21 escribió:Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.
De pronto, el sueño de Abraham se cumplió: Sara le da un hijo al que le puso Isaac, tal como Dios se los había indicado. Pero algo salió mal en todo esto: Abraham se vio obligado a expulsar a Ismael y a su madre Agar por petición de Sara. ¿El motivo? Ismael se burlaba de Isaac, seguramente muy resentido debido a que hasta ese momento él se sentía dueño de la herencia, y la llegada de Isaac le cambió todos los planes.
Este "parteaguas" es el típico caso en que, por querer alcanzar una bendición que crees merecer, y considerando que ya has esperado el suficiente tiempo, estiras tu mano, la tomas como si fuera una caja con un moño; pero al abrirla, lo único que encuentras es un papel que dice: "Elección a destiempo. Suerte la próxima".
En este caso, debido a una mala decisión de Sara y Abraham, Ismael se vio de pronto sin ilusiones, sin expectativas, decepcionado, sintiéndose traicionado y rechazado. Abraham creyó que al llegar el hijo prometido todo sería miel sobre hojuelas, felicidad y alegría; y he aquí que la alegría de recibir a su hijo prometido se vio ensombrecida por el dolor de tener que expulsar a su hijo mayor.
Su vida nunca volvió a ser igual. Esta serie de acontecimientos marcaron su vida para siempre. El verse obligado a separarse de su hijo mayor a causa de esta serie de errores, debe haber sido traumático para Abraham. La vida de Ismael tampoco volvió a ser igual.
¿Cómo enfrentas un "parteaguas" de esta naturaleza? Estás pidiendo por un milagro durante mucho tiempo; tienes una promesa en tu corazón, sabes que Dios te va a conceder lo que deseas. Pero cuando el milagro ocurre, resulta que no es como te lo habías imaginado. El evento cambia tu vida definitivamente, pero no de la forma que esperabas.
En este caso, como en el anterior, lo único que puede marcar la diferencia, es la fe en Dios. Él es el único que me puede levantar por encima del dolor, de la decepción, de la desesperanza y de los sueños rotos, y volar con alas como de águila hacia el Lugar Santo, donde me mostrará que el único que importa es Él.
Él es todo para mí. Mi esposo, mi padre, mi amigo, mi hermano, mi consejero, mi oído empático, mi ayudador... Con él no necesito nada; incluso si al abrir la hermosa caja envuelta para regalo, me aparece el papel: "Lo siento. Ya no hay en existencia. La promoción ha finalizado".
Después de un "parteaguas" de esta naturaleza, con lo único que cuento, y que es más que suficiente, es el Señor Jesucristo. Incluso si el proceso del cambio es intimidante, como les pasó a Abraham y a Ismael, siempre tenemos a la mano esta hermosa promesa:
Sólo manteniendo la fe en Dios puedo seguir creyendo que el mejor vino vendrá al final, como le pasó a Abraham.