1 Corintios 15:55-57
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a
Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?
ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Más gracias sean dadas a
Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
La muerte es algo en lo que en realidad nadie piensa ni quiere pensar , al solo recordar que esta puede venir de distintas maneras, es por el miedo quizás al dolor, por las experiencias que hemos tenido de seres queridos que han dejado de andar entre los vivos.
Cuando niño me paralizaba la idea de pensar que mis padres morirían algún día, recuerdo que tenía unos 8 años, y todas las noches pensaba en eso y lloraba en silencio en mi habitación, la verdad es que no aceptaba la idea de que un día moriremos y dejaríamos de ser, ¡y la realidad es que aún no la acepto! , en el libro de Eclesiastés dice “y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Nuestra alma anhela la eternidad, pensamos y andamos como si la muerte nunca fuera a llegar, ese es un indicio de que fuimos hechos para vivir para siempre, pero a duras penas a los 100 años o un poco más es lo que se registran nuestros días en los casos más peculiares. La verdad es que somos enfermos terminales, en lo que a nuestra carne se refiere, (escribo esto con mucha ansiedad y temblor), es duro pensarlo, es triste al solo pensar en las enfermedades de nuestros seres queridos, cuanto más cuando vemos tan de cerca a la muerte amenazando nuestra cercanía.
Pensaba en gente que ha sido amante de Dios pero de todas formas murieron de maneras brutales, algunos de enfermedades, eso en ocasiones nos ha llevado a preguntar ¿Por qué no les pasa las cosas malas a la gente malvada?, pero la biblia hace referencia en Eclesiastés. “Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento”. La cosa no es que Dios sea un insensible, lo que pasa es que esta vida no es nada comparado con la eternidad, el recuerdo de lo que hay aquí, será como un pestañeo. Y el egoísta juega con su eternidad, Dios no tiene la necesidad de castigarlos en vida, porque ellos se dirigen solos a un abismo tremendo, por más que tengan más oportunidades de tener mejor vida y salud, es inevitable la muerte y la eternidad. (AL FINAL LEAN EL SALMO 73).
Creo que es irresponsable no pensar en la muerte, pues todos vamos para allá, no me refiero a que deben buscar un cementerio y pagar por adelantado los servicios fúnebres, más bien, me refiero a saber cuál es el legado que estamos dejando a los que nos siguen , y como estamos con los que vamos de camino a la eternidad.
Debemos considerar siempre el tema de la muerte, porque es un tema muy fuerte y triste, y que debemos aprender mucho. La biblia dice. “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.”
Eclesiastés 7:2
El dolor que conlleva la muerte es tremendo, y debemos aprender cómo tratarlo, como no permitir que nos inunde en la pena, también para saber cómo debemos de reaccionar con los que sufren. Unos de los pasajes más desgarradores del antiguo testamento es este, Cuando Jacob llora a su hijo José cuando le hicieron creer que fue asesinado por alguna bestia;
"Se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo, pero él no quiso recibir consuelo, diciendo: « ¡Descenderé enlutado junto a mi hijo hasta el Seol! » Y lo lloró su padre."
El dolor de la muerte es muy fuerte y Jesús expresa en el Getsemaní.
“Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.
AMEN.
EN ESTE SALMO PODEMOS APRECIAR MAGISTRALMENTE LO QUE TODOS HEMOS SENTIDO EN ALGÚN MOMENTO.
Cuando niño me paralizaba la idea de pensar que mis padres morirían algún día, recuerdo que tenía unos 8 años, y todas las noches pensaba en eso y lloraba en silencio en mi habitación, la verdad es que no aceptaba la idea de que un día moriremos y dejaríamos de ser, ¡y la realidad es que aún no la acepto! , en el libro de Eclesiastés dice “y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin”. Nuestra alma anhela la eternidad, pensamos y andamos como si la muerte nunca fuera a llegar, ese es un indicio de que fuimos hechos para vivir para siempre, pero a duras penas a los 100 años o un poco más es lo que se registran nuestros días en los casos más peculiares. La verdad es que somos enfermos terminales, en lo que a nuestra carne se refiere, (escribo esto con mucha ansiedad y temblor), es duro pensarlo, es triste al solo pensar en las enfermedades de nuestros seres queridos, cuanto más cuando vemos tan de cerca a la muerte amenazando nuestra cercanía.
Pensaba en gente que ha sido amante de Dios pero de todas formas murieron de maneras brutales, algunos de enfermedades, eso en ocasiones nos ha llevado a preguntar ¿Por qué no les pasa las cosas malas a la gente malvada?, pero la biblia hace referencia en Eclesiastés. “Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca; al que jura, como al que teme el juramento”. La cosa no es que Dios sea un insensible, lo que pasa es que esta vida no es nada comparado con la eternidad, el recuerdo de lo que hay aquí, será como un pestañeo. Y el egoísta juega con su eternidad, Dios no tiene la necesidad de castigarlos en vida, porque ellos se dirigen solos a un abismo tremendo, por más que tengan más oportunidades de tener mejor vida y salud, es inevitable la muerte y la eternidad. (AL FINAL LEAN EL SALMO 73).
Creo que es irresponsable no pensar en la muerte, pues todos vamos para allá, no me refiero a que deben buscar un cementerio y pagar por adelantado los servicios fúnebres, más bien, me refiero a saber cuál es el legado que estamos dejando a los que nos siguen , y como estamos con los que vamos de camino a la eternidad.
Debemos considerar siempre el tema de la muerte, porque es un tema muy fuerte y triste, y que debemos aprender mucho. La biblia dice. “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón.”
Eclesiastés 7:2
El dolor que conlleva la muerte es tremendo, y debemos aprender cómo tratarlo, como no permitir que nos inunde en la pena, también para saber cómo debemos de reaccionar con los que sufren. Unos de los pasajes más desgarradores del antiguo testamento es este, Cuando Jacob llora a su hijo José cuando le hicieron creer que fue asesinado por alguna bestia;
"Se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo, pero él no quiso recibir consuelo, diciendo: « ¡Descenderé enlutado junto a mi hijo hasta el Seol! » Y lo lloró su padre."
El dolor de la muerte es muy fuerte y Jesús expresa en el Getsemaní.
“Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo”.
AMEN.
EN ESTE SALMO PODEMOS APRECIAR MAGISTRALMENTE LO QUE TODOS HEMOS SENTIDO EN ALGÚN MOMENTO.
Salmos 73Reina-Valera 1960 (RVR1960)
El destino de los malos
Salmo de Asaf.
Ciertamente es bueno Dios para con Israel,
Para con los limpios de corazón.
En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.
Porque no tienen congojas por su muerte,
Pues su vigor está entero.
No pasan trabajos como los otros mortales,
Ni son azotados como los demás hombres.
Por tanto, la soberbia los corona;
Se cubren de vestido de violencia.
Los ojos se les saltan de gordura;
Logran con creces los antojos del corazón.
Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
Hablan con altanería.
Ponen su boca contra el cielo,
Y su lengua pasea la tierra.
Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,
Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.
Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?
¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
He aquí estos impíos,
Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,
Y lavado mis manos en inocencia;
Pues he sido azotado todo el día,
Y castigado todas las mañanas.
Si dijera yo: Hablaré como ellos,
He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
Cuando pensé para saber esto,
Fue duro trabajo para mí,
Hasta que entrando en el santuario de Dios,
Comprendí el fin de ellos.
Ciertamente los has puesto en deslizaderos;
En asolamientos los harás caer.
!!Cómo han sido asolados de repente!
Perecieron, se consumieron de terrores.
Como sueño del que despierta,
Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
Se llenó de amargura mi alma,
Y en mi corazón sentía punzadas.
Tan torpe era yo, que no entendía;
Era como una bestia delante de ti.
Con todo, yo siempre estuve contigo;
Me tomaste de la mano derecha.
Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;
Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.
Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras.
El destino de los malos
Salmo de Asaf.
Ciertamente es bueno Dios para con Israel,
Para con los limpios de corazón.
En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.
Porque no tienen congojas por su muerte,
Pues su vigor está entero.
No pasan trabajos como los otros mortales,
Ni son azotados como los demás hombres.
Por tanto, la soberbia los corona;
Se cubren de vestido de violencia.
Los ojos se les saltan de gordura;
Logran con creces los antojos del corazón.
Se mofan y hablan con maldad de hacer violencia;
Hablan con altanería.
Ponen su boca contra el cielo,
Y su lengua pasea la tierra.
Por eso Dios hará volver a su pueblo aquí,
Y aguas en abundancia serán extraídas para ellos.
Y dicen: ¿Cómo sabe Dios?
¿Y hay conocimiento en el Altísimo?
He aquí estos impíos,
Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón,
Y lavado mis manos en inocencia;
Pues he sido azotado todo el día,
Y castigado todas las mañanas.
Si dijera yo: Hablaré como ellos,
He aquí, a la generación de tus hijos engañaría.
Cuando pensé para saber esto,
Fue duro trabajo para mí,
Hasta que entrando en el santuario de Dios,
Comprendí el fin de ellos.
Ciertamente los has puesto en deslizaderos;
En asolamientos los harás caer.
!!Cómo han sido asolados de repente!
Perecieron, se consumieron de terrores.
Como sueño del que despierta,
Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia.
Se llenó de amargura mi alma,
Y en mi corazón sentía punzadas.
Tan torpe era yo, que no entendía;
Era como una bestia delante de ti.
Con todo, yo siempre estuve contigo;
Me tomaste de la mano derecha.
Me has guiado según tu consejo,
Y después me recibirás en gloria.
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti?
Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
Mi carne y mi corazón desfallecen;
Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán;
Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta.
Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;
He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,
Para contar todas tus obras.