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    La lucha entre la mente y el corazón humanos

    Graciela
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    Mensaje por Graciela Jue Sep 25, 2014 10:13 am

    La lucha entre la mente y el corazón humanos 1737sj10

    En esta eterna lucha entre la mente y el corazón humanos, ¿quién gana?

    Hoy estaba haciendo ejercicio, escuchando alabanzas y adorando al Señor a todo lo que daba. De pronto, la música se apagó y me quedé repasando en mi mente la alabanza... Una cosa llevó a la otra y de pronto me quedé meditando en la cuestión de la mente, y los poderes mentales, y todo eso.

    EL PODER DE LA MENTE

    ¿Quién puede negar los enormes poderes de la mente humana? Creo que hoy en día no hay nadie que se atreva a dudar de que la mente humana hace que:

    • Personas que podían recordar textos y libros completos con una sóla lectura
    • Gente que era capaz de localizar vetas de mineral, depósitos subterráneos de agua o yacimientos petrolíferos utilizando un péndulo sobre un mapa
    • Hombres y mujeres dotados con la facilidad de proyectarse hacia el futuro y ver acontecimientos que sucedían con total certeza
    • Personas que curaban a los enfermos con sus manos, incluso de enfermedades consideradas incurables por la medicina
    • Individuos que inexplicablemente siempre intuían formas para atraer el dinero y el éxito material en casi cualquier actividad que iniciaran
    • Personas cuya presencia irradiaba un halo de bienestar, simpatía y seguridad en todos los que le rodeaban. Carismáticos en grado superlativo.
    • Especialistas en cálculos mentales, desarrollos matemáticos y ciencias exactas
    • Gente con la capacidad de influir mentalmente sobre los demás, doblegando las voluntades de otros de manera rápida y silenciosa.
    • Seres dotados de la capacidad de mover objetos a distancia, doblar metales o hacer estallar vidrios (¿Recuerdan a Uri Geller?)
    • Hombres y mujeres de apariencia normal pero con una fuerza física extraordinaria, con gran resistencia y con inagotable energía
    • Personas que podían ver lo que ocurría a distancia cerrando los ojos y concentrándose en unos pocos segundos
    • Seres dotados que colaboraban habitualmente con la policía para resolver delitos, concentrándose sobre las pertenencias de las víctimas o los agresores
    • Gente que podía predecir con increíble exactitud los movimientos de la Bolsa o los mercados de valores y que eran empleados por entidades financieras para ganar mucho dinero
    • Hombres sin estudios que podían ver el campo energético humano, diagnosticar con seguridad enfermedades e incluso acertar en tratamientos de gran eficacia  

    Incluyamos en todas estas maravillas, la telepatía y la levitación, que indudablemente existen, aunque algunas personas aún están renuentes a aceptarlas.

    Pero, ¿quién creó esta mente tan portentosa? ¿quién diseñó este aparato tangible llamado cerebro, capaz de desarrollar tales actividades portentosas?

    Encontré una página de internet en donde se dicen dos cosas:

    1. Una gran parte de las personas que logran estas proezas no nacieron con la capacidad de hacerlo; por lo tanto, cualquier persona puede desarrollar la misma habilidad.
    2. Utilizando ciertos métodos psíquicos, una mujer encontró a su hombre ideal, y ahora tiene un matrimonio feliz.

    Y todo esto está muy bien; lo creo, porque estoy de acuerdo en que nuestro cerebro es una maravillosa máquina.

    Sin embargo, la mayoría de las personas prefiere soslayar la pregunta que hice anteriormente: ¿quién lo creó? ¿quién lo diseñó? Porque lógicamente esta portentosa obra de ingeniería psíquica no pudo crearse a sí misma, ¿o sí?

    Entonces, si nos olvidamos del Creador de esta máquina, ¿qué obtenemos? ¿Amor, paz, felicidad, realización, continuidad, propósitos, objetivos, metas, logros? En realidad sólo conseguimos una pálida sombra de todo esto, porque nos hará falta el ingrediente principal: la visión del Creador. Porque el cerebro fue creado así con un propósito, y no es NUESTRO propósito, sino el del Creador. Él lo diseñó de esta forma, con estas inmensas habilidades, con un propósito... un propósito para cada cerebro, un propósito individual.

    Entonces, cuando deliberadamente ignoramos responder a esta pregunta crucial, podremos obtener sucedáneos de amor, felicidad y realización; pero siempre habrá un vacío que por lo general no sabemos explicar, y tendemos a llenarlo entonces con cosas que sólo cumplirán con nuestros propios propósitos, limitados, finitos, imperfectos: trabajo, drogas, televisión, alcohol...

    ¿Y qué nos perdemos al no tomar en cuenta al Creador de nuestro cerebro y nuestra mente? En primer lugar, conocer el Propósito del Creador; un propósito enorme, inmenso, que trascenderá las fronteras del tiempo y del espacio, un propósito hermoso, grandioso y perfecto para cada uno de nosotros. En segundo lugar, ¡la eternidad con este maravilloso Creador! ¿De qué manera nuestros propósitos humanos podrían conseguir estas dos cosas, si no es por medio del Creador de nuestro propio cerebro?

    EL PODER DEL CORAZÓN
    Pareciera que este punto no tuviera tela de dónde cortar, porque el corazón humano está muy devaluado debido a que la mayoría de nuestras malas decisiones se las atribuimos a nuestros impulsos y emocionalismos, todos provenientes de nuestro corazón.

    Sin embargo, claro que le damos demasiado valor al corazón humano.

    • Creemos que con sólo tener buenas intenciones basta.
    • Si amo lo suficiente a un hombre, éste cambiará su forma de ser y se convertirá en el hombre que yo necesito.
    • Declaramos "buenas vibras" sólo a las personas a las que queremos y amamos.

    Y la lista puede continuar. De estos puntos, el que me parece más potencialmente peligroso, es el segundo. A mí me pasó, y me hubiera seguido pasando de no ser porque el Señor me rescató.

    Es típico. La chica conoce a un chico del que se prende inmediatamente... El clásico "flechazo": el chamaco está guapo, una mirada que estremece, todo en él es atractivo, hasta su forma de caminar o de sentarse... El deslumbramiento nos impide darle importancia a que es malhablado, abusivo, prepotente, machista, agresivo y tosco. Al contrario, todo eso lo vemos como demostraciones de su virilidad, y aunque parezca inreíble, eso hace que se vuelva aún más atractivo a nuestros ojos.

    Cuando entablamos una relación con él, comenzamos a sufrir a causa de sus abusos y falta de respeto; pero estamos tan apasionadas por él que simplemente no concebimos la vida sin él. Así que preferimos aferrarnos a la idea de que es tan poderoso nuestro sentimiento por él, que bastará para los dos, y que esto logrará que algún día, en algún momento, él recapacite, valore nuestro sacrificio, y cambie.

    Por supuesto que esto no sucede. ¿Y por qué? Porque nuestro amor es HUMANO, no es el del Creador de nuestro corazón. El sentimiento que experimentamos es puramente humano, producto de nuestras emociones y voluntad humanas, sin tomar en cuenta al que nos creó nuestro corazón.  Este "amor" no tiene fuerza ni poder. No inluye, no modifica, no redarguye, no transforma.

    Y de nuevo, ¿cómo puede nuestro corazón y sus emociones obtener ese poder y esa fuerza? Eso sólo lo puede otorgar el Creador de nuestro corazón. Él es el que sabe cómo funciona, para qué sirve, y todo su potencial. Sin el Creador, nuestro corazón no pasa de ser un órgano al que se le atribuyen la mayoría de nuestras malas decisiones.

    Todos los intentos por explotar al máximo las potencialidades de nuestra extraordinaria mente, y de someter a nuestro inquieto corazón, son inútiles mientras que estemos depeniendo sólo de nuestras propias fuerzas. Pareciera que logramos portentosos logros, pero la realidad es que
    1 Corintios 13:1-2 escribió:Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

    2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
    ¿Y qué es el Amor?
    1 Juan 4:8 escribió:El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
    Demos la gloria, la honra y el reconocimiento al Creador de nuestro cerebro, nuestra mente y nuestro corazón: al Señor Jesucristo.

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